Sábado 7AM y un frío inclemente aturdía a la ciudad, pero al mismo tiempo, una docena de madrugadores nos juntabamos a rezar en el santuario Cenáculo de la Providencia.
Las laudes nos hicieron entrar rápidamente en calor, y las voces del canto en la liturgia, hicieron otro tanto, ya que nuestro coro habitual tuvo que ser reforzado (ejem!).
Las palabras asertivas e inspiradoras de Manuel, nuestro diácono, nos quedaron retumbando hasta el momento del desayuno, cuando conversamos de los siguientes eventos en que participaremos (madrugada del 16 de julio en Maipú), algunos proyectos posibles (ayuda a África) y algunas experiencias de Manuel en su vida de diácono que nos abren los ojos respecto la presencia de Dios allí donde no la vemos.preparado por EduardoR.
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